Las Moiras, diosas griegas del destino

Al interior de la mitología griega, el destino tenía rostro de mujer y es por ello que era representado a través de tres hermanas que solían causar mucho temor y que eran conocidas como las Moiras, diosas griegas del destino. Se dice que eran tan poderosas que estaban por encima de los dioses de mayor rango, así que de manera imperturbable controlaban el hilo de la vida que le correspondía a cada ser humano.

Bastante respetadas por todas las deidades pertenecientes a esta cultura, las Moiras fueron diosas griegas que causaban pavor debido a su macabra labor de establecer el dictamen respecto a la vida y la muerte de cada individuo, sin embargo sobre aquellos que eran calificados como inmortales no se sabe a ciencia cierta hasta qué punto estaban sometidos a ellas.

Las Moiras en la mitología griega

Desde el punto de vista griego, Moiras significa «repartidoras» y a pesar de que originalmente se referían a esta representación como una única diosa, finalmente y con el pasar del tiempo se empezó a hacer la distinción designando un conjunto compuesto por tres divinidades diferentes de la siguiente manera:

  • Cloto: a partir de una rueca y un huso, hilaba la hebra de la vida.
  • Láquesis: se ocupa de medir la longitud del hilo de la vida para luego decidir su duración.
  • Átropos: al ser la que corta el hilo de la vida, es ella quien escoge la forma de morir de cada hombre.

Suelen ser ilustradas vistiendo túnicas y a veces son mostradas con apariencia similar a la de tres damas hilanderas: una doncella, una matrona y una anciana. De acuerdo a muchas de las historias que protagonizan, se afirma que las Moiras se aparecen al pie de los recién nacidos para resolver cómo será su vida y su forma de morir.

¿De dónde provienen las Moiras?

Puesto que no resulta sencillo establecer su genealogía, mientras que algunos mitos insisten en que las tres son hijas de Nix, diosa de la noche, otros insisten en que provienen simplemente del caos del universo.

Zeus siempre se reconoció a sí mismo como enemigo de estas personificaciones, pues lo cierto es que se resistía a saberse subordinado ante el destino. Muchas consideraciones filosóficas rodean a estos seres y de hecho existe un material abundante que describe todas las implicaciones que tuvieron en el fulgor de su culto, pues la Antigua Grecia definitivamente siempre las tomó muy en serio.