Las orugas procesionarias y sus efectos en la salud

Aunque es originaria de Europa meridional, la oruga procesionaria está ampliando su prevalencia para abarcar Europa central y septentrional. Aproximadamente, en el último decenio, el área de distribución de la procesionaria se ha extendido hacia el norte y la especie se ha establecido ahora en las regiones más cálidas del norte de Francia, los Países Bajos, el Reino Unido y Alemania.

Las larvas de estas orugas están dotadas de pelos finos y puntiagudos que pueden penetrar fácilmente en la piel humana. Las larvas más viejas son especialmente preocupantes, ya que pueden transportar hasta medio millón de larvas urticantes por oruga. Las espinas pueden estar activas hasta 10 años, lo que supone una amenaza a largo plazo por las enfermedades que causan las procesionarias.

Vida de las orugas procesionarias

 

Las orugas procesionarias empiezan a emerger a finales de abril, y se las puede ver marchando sobre los robles en largas filas de cabeza a cola para alimentarse del follaje de los robles; de ahí el nombre de «procesionaria«.

Las orugas no sólo contienen numerosos pelos urticantes con púas microscópicas, sino también sus nidos. El control de la oruga procesionaria está garantizado por razones de salud si los árboles afectados se encuentran en las cercanías de preescolares, escuelas o instalaciones recreativas. El período de alto riesgo se extiende desde mediados de mayo hasta finales de agosto.

Efectos en la salud

Los efectos sistémicos sobre la salud causados por las procesionarias adultas pueden dar lugar a diversas afecciones médicas denominadas lepidopterismo (los lepidópteros son el orden de los insectos que incluye a las mariposas y las polillas), mientras que las afecciones de la piel causadas por las seta de las larvas se denominan dermatitis de oruga o urticaria.

Después de la exposición, la piel siempre se ve afectada, particularmente el cuello, la cara, los brazos y las piernas. El contacto con los pelos y una proteína contenida en ellos (taumetopoeína) provocan una sensibilización mecánica y pseudoalérgica de la piel, que incluye la liberación de histamina y otras kininas, así como el desarrollo de una dermatitis tóxico-irritativa.

Las orugas procesionarias causan principalmente una reacción de hipersensibilidad de tipo I, siendo la principal queja la picazón intensa. Un eritema con ronchas y brotes suele producirse dentro de la hora siguiente a la exposición y desaparece en 24 horas. Algunos pacientes experimentan pápulas y nódulos que se asemejan a reacciones por picaduras de insectos.

Las sibilancias que se inhalan pueden provocar una irritación del sistema respiratorio superior, con síntomas como tos y disnea. Cuando los ojos se ven afectados, puede producirse conjuntivitis e hinchazón blefárica pronunciada.